Los caballos de FNYH, guardianes de la Naturaleza (Parte III)
Artículo final de la serie sobre razas equinas autóctonas en peligro de extinción y las estrategias de Fundación Naturaleza y Hombre para su conservación. En esta ocasión tratamos sobre los caballos retuerta de Doñana y su influencia en la dehesa salmantina.
El Astillero, 6 de abril 2016
En la primera parte de la serie vimos las causas de la regresión que está sufriendo el ganado autóctono o local en general y las que más afectan a los equinos en particular. También hablamos de los ponis pottokas, provenientes del País Vasco.
El segundo artículo se centró en el caballo losino, raza burgalesa muy extendida en el valle de Losa. Su labor desde que llegó a FNYH en 2008 está siendo crucial.
La serie “Los caballos de FNYH, guardianes de la Naturaleza” pretende resaltar la importancia del ganado autóctono y las beneficiosas funciones que aún puede cumplir en la actualidad. La gestión ganadera con especies amenazadas está en la base de varios proyectos de la Fundación. Así, se asegura la permanencia de las razas locales al mismo tiempo que se mejora un espacio natural. El ejemplo de hoy gira en torno a una de las razas más antiguas:
El caballo retuerta
Reciben este nombre los caballos propios de las marismas del Parque Nacional de Doñana. Creada a partir de los caballos primitivos que habitaban los humedales del Guadalquivir, algunos estudios genéticos del Centro Superior de Investigaciones Científicas la sitúan entre las razas más antiguas de Europa e incluso en la cima del árbol genealógico equino.
Los machos presentan una alzada de 145 cm, por los 140 cm habituales de las hembras. De movimientos gráciles, tienen la cabeza ligeramente convexa, apoyándose en unas extremidades largas y de musculatura definida. Con un comportamiento asilvestrado propio de su aislamiento en Doñana, su nivel de resistencia y adaptación son extraordinarios, sin el cual no hubieran podido sobrevivir en un entorno tan exigente como la marisma: inviernos duros por el agua y el frío, donde caminan por zonas encharcadas avanzando con el agua por encima de las rodillas; veranos calurosos y secos en los que han de recorrer largas distancias para beber y comer algo desplazándose por zonas dunares.
Sus funciones tradicionales fueron las tareas ganaderas, de transporte y arrastre de barcas de fondo plano atadas a la cola cargadas con alimentos o mercancías por la marisma. Lejos ya de estas labores, esta especie protegida desarrolla hoy un papel fundamental en el control de la vegetación marismeña del Parque Nacional.
La Estación Biológica de Doñana controlaba el único núcleo poblacional de esta raza, no superior a los 150 ejemplares. Entre 2013 y 2014, acordó con Fundación Naturaleza y Hombre trasladar parte de los caballos a la Reserva Biológica Campanarios de Azaba, dentro del LIFE+ Nature Oeste Ibérico Club de Fincas. De esta forma, se ha formado una segunda población que de más oportunidades de supervivencia a una de las razas con más historia del Viejo Continente. Aunque no es su hábitat original, los retuertas se han adaptado perfectamente su nueva localización, aprobada por investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas.
La desaparición de los herbívoros tanto silvestres como domésticos a consecuencia del abandono de la ganadería extensiva ha llevado a la dehesa, paisajes emblemático de la Península y clave para gran parte de nuestra fauna, a un estado crítico. Este espacio es fruto de la intervención del hombre en el campo, cuyo ganado ha mantenido durante décadas extensiones de terreno abierto que enriquecen este área. Dentro del programa de conservación del Oeste Ibérico, FNYH considera la suelta de herbívoros, prioritariamente de especies amenazas, como un eje fundamental. Si estos desaparecen, el matorral acabaría por ocupar el espacio, desapareciendo así el ecosistema propio de especies tan vulnerables como el águila imperial ibérica o la cigüeña negra. Con su pasto, los caballos retuerta seguirán haciendo de las dehesas un entorno ideal para algunas de las especies más amenazadas del mundo.
Reflexión final
A pesar de haber perdido gran parte de las funciones que desarrollaron en el pasado, podemos concluir que las razas autóctonas estudiadas, todas ellas en peligro de extinción actualmente, pueden encontrar nuevos roles que desempeñar, especialmente como instrumento medioambiental. De esta forma, se ayudará a una raza de ganado local amenazada a la vez que se conserva un hábitat de forma natural, sostenible y que fomenta la biodiversidad.
Los caballos losinos, desplazados desde la Montaña Oriental, eliminan la vegetación invasora de las Marismas de Alday; Los pottokas vascos ayudan a mantener limpios los montes pasiegos, previniendo los incendios forestales; y los retuertas de Doñana, con una segunda oportunidad en la dehesa salmantina, trabajan para que no se desaparezca este paisaje mediterráneo.
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