Ganado autóctono un aliado contra los incendios forestales
Ovejas apafuegos, vacas montañeras… las razas autóctonas de ganado conservadas en Cantabria, por su evolución y excelente adaptación al territorio de montaña de la comunidad, han demostrado ser las mejores aliadas para la conservación de la biodiversidad.
“La gran riqueza de razas de ganadería autóctona que existen en Cantabria y su actual uso, que no se corresponde con aquel para el cual sus condiciones fueron optimizadas, se enfrenta a grandes cambios”. Así comenzaba su charla “Ganadería autóctona para la gestión silvopastoral sostenible de los terrenos comunales en Cantabria” que dio Juan Busqué Marcos, investigador del CIFA (Centro de Investigación y Formación Agrarias de Cantabria) dependiente de la Dirección General de Ganadería y Desarrollo Rural de la Consejería de Medio Rural del Gobierno de Cantabria.
La mecanización de los sistemas agropecuarios, durante los años 50 del pasado siglo, indujo notables modificaciones en el mundo rural. Siendo la principal la gran emigración del campo hacia la ciudad que originó. Fue así como se inició una pérdida en los usos de razas de ganadería autóctona y con ello la extinción de algunas de ellas y la puesta en riesgo de otras muchas.
Hoy, que las ayudas económicas europeas priman a los ganaderos para que mantengan este tipo de razas ganaderas únicas para así lograr su supervivencia, se ha comprobado que, junto a sus aprovechamientos pasados, estos animales son capaces de mejorar la gestión de las fincas sobre todo en los terrenos comunales de cada municipio y valle.
Por su demostrada capacidad para desenvolverse en los pastos de montaña, gracias a su notable evolución de años, y así impedir la matorralización de los montes degradados y con ello evitar el gran riesgo de incendios al que estas fincas están expuestas en su abandono, las juntas vecinales deben considerar a este ganado, perfectamente adaptado al territorio durante muchos años, como la mejor forma de gestión silvopastoral.
Un instrumento de gestión que las juntas vecinales y los propios ayuntamientos deben ordenar para el correcto aprovechamiento y mantenimiento de los terrenos comunales. Pero para ello es esencial que se les de el testigo para su gestión a dichos organismos, tanto a juntas vecinales como a los ayuntamientos implicados.
La ganadería extensiva se destaca como un buen aliado de la conservación del medio natural sobre todo en zonas desfavorecidas. Cantabria por tener una elevadísima proporción de pastos permanentes en zona de montaña está considerada mayoritariamente así. No obstante la cultura que antaño estaba asociada a estos pastos de montaña, menos productivos pero desde el punto de vista natural de los más valiosos, por su rica diversidad en plantas y seres vivos asociados a ellos. Además poseen una gran capacidad para fijar gases emitidos a la atmósfera que son los que están acelerando el cambio climático.
Aunque en desuso mayoritariamente, estos pastos del común, sin embargo, no pueden ser transformados a otros usos como sería el de pasto forrajero para practicar la ganadería intensiva, ya que la Comisión Europea exige su mantenimiento mediante las ayudas que provee a través de la PAC (Política Agraria Común de la Unión Europea).
“Si se valorase la labor de conservación que este ganado autóctono puede realizar en la conservación de los pastos de montaña, haría que estas razas autóctonas de animales domésticos fueran más susceptibles de recibir ayudas europeas para su mantenimiento”, afirmaba el investigador Juan Busqué.
“Es imposible recuperar la cultura rural de Cantabria, actualmente empobrecida. Se ha perdido mucho conocimiento sobre el aprovechamiento del monte y las ventajas que ello suponía para el ganado. Es una cultura difícil de recuperar…” mantenía el ponente.
Sin embargo esa coevolución de los animales domésticos y las plantas se ha mantenido hasta nuestros días por lo que la ganadería autóctona es un patrimonio genético y una fuente para mantener la biodiversidad. No solo las razas emblemáticas como la vaca tudanca, animal de excelentes condiciones para el tiro por lo que fue seleccionada hasta los años 50 del pasado siglo y criada en todos los valles campurrianos, sino las ovejas y las cabras, ganadero menor poco apoyado por las administraciones regionales y la PAC de la Unión Europea.
No obstante estas razas menores como la autóctona oveja carranzana con sus excelentes condiciones para resistir la vida en el monte y con una espesa lana que le alivia el permanecer bajo la lluvia serían una fuente de trabajo para el mundo rural de nuestro siglo. Apoyado en las tecnologías y más sencillos sistemas de gestión de los ganados cuando permanecen en el monte. La presencia humana de nuevo en el campo ayudaría a su vez a convivir con el lobo, una especie que retorna pero que se mantendría a distancia si la montaña estuviera de nuevo vigilada por estos pastores comprometidos en la renovación del mundo rural.
El proyecto LIFE “Anillo Verde de la Bahía de Santander: conectando la naturaleza y la ciudad”, en cuya preservación se trabaja desde la Comisión Europea y bajo la coordinación de Fundación Naturaleza y Hombre. Cuenta con la colaboración de la empresa pública MARE, y con la cofinanciación de la Unión Europea a través del Programa LIFE, instrumento financiero de conservación medioambiental, la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Cantabria y el apoyo de Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente del Gobierno español, así como con la colaboración del Ayuntamiento de Camargo.
Para ver la presentación completa de Juan Busqué Marcos pincha aquí.
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