Incendios en el Hayedo de La Zamina. Foto de FNYH.

El Hayedo de La Zamina, arrinconado por los incendios

El Hayedo de La Zamina es una franja de bosque que corre paralela a la carretera que va desde La Concha, en San Roque de Riomiera, en dirección al Puerto de Lunada. Esta semana ha sufrido un incendio cercano, por Portillo Ocijo, que personal de Fundación Naturaleza y Hombre se afana ahora en apagar, y a principios de año hubo otro, aún mayor, que lo cercó y cuyos daños fueron muy graves.

La Zamina es la mancha forestal de mayor extensión de la zona. Cobija a corzos y jabalíes, entre otras especies, y forma parte de la Red Natura 2000 en el LIC (Lugar de Interés Comunitario) Montaña Oriental. Pero no es todo lo grande que debiera, especialmente en un tramo en que se ve arrinconada apenas en la cresta de la montaña.

El rastro de los incendios en la ladera es muy evidente: una mancha oscura entre los árboles y los prados bajos, y que es la responsable de que el hayedo no pueda crecer, y mucho menos regenerarse. Porque la práctica de prender fuego para supuestamente crear y mejorar pastos no da ninguna oportunidad a las hayas jóvenes que circundan la mancha de árboles adultos, en una zona limítrofe que es esencial para el mantenimiento de la biodiversidad porque es el lugar donde los ejemplares nuevos pueden recibir la luz del sol y prosperar.

Fuegos que no se apagan

La gran cantidad de incendios que se dan en épocas de viento sur hace que la extinción de aquellos en los que no hay riesgo para las personas o las viviendas se vea relegada. Pero esto ocurre también aunque no haya otros frentes que atender. Pasó en enero en el Hayedo de La Zamina, que se dejó arder durante días, y ocurre también con frecuencia en el resto de la Montaña Oriental.

De esa forma, áreas con gran biodiversidad sufren un año tras otro la pérdida de especies animales y vegetales así como de refugios para pequeños mamíferos y anfibios, lo que compromete la conservación en una zona que goza de un rango especial de protección por la Unión Europea.

El fuego y los pastos

Las quemas, además, no son la mejor opción para conseguir pastos y los brotes de hierba que logran son poco duraderos. La realidad es que los nutrientes liberados a través de estas cenizas no se fijan al suelo, sino que son arrastrados por la lluvia, lo que empeora la calidad del suelo y lo erosiona, especialmente en zonas de pendiente, que son mayoría en la región, y compromete también el cauce de los ríos, que tendrán que soportar un exceso de sedimento.

Si acaso, la especie que más se ve favorecida a la larga es el tojo (Ulex europaeus), un matorral de flores amarillas que soporta bien el fuego, y que destaca por su gran capacidad de regeneración y colonización.

Alternativas

Por el contrario, la descomposición natural de la vegetación en un lugar no incendiado, por ejemplo manejado a través del desbroce, allí donde sea posible, es lenta, lo que permite la incorporación de los nutrientes al suelo de forma duradera. Después, la gestión del monte con ganado como ovejas o cabras contribuiría a mantenerlo en buenas condiciones.

La puesta en valor de los bosques pasa por la educación de la población, la lucha contra el abandono del mundo rural, la mejora de las condiciones de vida en el campo… Para lograr todo esto, es imprescindible la participación de todos: juntas vecinales, ganaderos, administraciones, organizaciones conservacionistas, negocios locales…

PARA SABER MÁS:
Información sobre incendios en la web de FNYH
Editorial publicado en El Diario Montañés sobre los incendios en Cantabria, firmado conjuntamente por Fundación Oso Pardo, Fundación Naturaleza y Hombre y Fundación para la Conservación del Quebrantahuesos

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