Tala de más de 500 árboles centenarios en la montaña oriental de Cantabria

La Fundación Naturaleza y Hombre organización conservacionista, cuyo principal campo de trabajo se encuentra en Cantabria, y la Mancomunidad de cotos del Asón, que representan una superficie de casi 75.000 hectáreas y varios miles afiliados, denuncian públicamente la tala indiscriminada en los últimos meses,  de unos 500 robles,  también llamados Cagiga, situados en el valle de Soba.

Esta tala indiscriminada de árboles centenarios, realizada íntegramente sobre terrenos privados y por particulares, aprovechando el proceso de concentración parcelaria, es una grave agresión ecológica a una zona de Cantabria de gran valor medioambiental.

El Roble común es un árbol autóctono de Cantabria que ocupa las vertientes atlánticas de la Cordillera Cantábrica. Durante la actividad de monitoreo que realiza la guardería de FNYH se ha detectado la corta masiva de ejemplares de Roble en múltiples fincas privadas del municipio de Soba.

La Fundación Naturaleza y Hombre dedica gran parte de sus esfuerzos y recursos a larepoblación de las cuencas altas de los ríos Asón, Miera, Trueba y Pas, a través de diferentes programas ambientales con la ayuda de diferentes instituciones públicas y privadas.

La tala en esta zona es especialmente dramática si consideramos que durante los siglos XVII y XVIII esta zona sufrió un importante proceso de deforestador que acabó con la práctica totalidad de las masas boscosas existentes. El principal motivo: el suministro de madera a los Reales Astilleros de Guarnizo para la construcción de barcos destinados a la Armada Real española, así como la obtención de materia combustible para las Reales Fábricas de Artillería de Liérganes y La Cavada. Por otra parte, la paralela expansión de las actividades agroganaderas, tuvo como consecuencia un aumento de la superficie de pastos.

En las partes más afectadas por la deforestación histórica, la Fundación ha plantado más de 60.000 árboles en el conjunto de la montaña pasiega. Como objetivo está la recuperación de la parte del hábitat forestal de la zona que incide  en la mejora de la calidad del agua procedente de las cabeceras de los ríos Pas, Miera, Asón y Trueba y en la disminución de los procesos erosivos.

En todo momento tanto la Fundación como la Mancomunidad entienden perfectamente que los propietarios de dichos arboles, en este caso los vecinos de Soba, tengan derecho al disfrute de su propiedad y a las compensaciones económicas que ello conlleva. Si bien, debe procurarse desde las Administraciones que esas compensaciones económicas les sean facilitadas obligando a preservar el paisaje arbolado, patrimonio común. Como por ejemplo sería adquirir los derechos de tala.

Se trata de árboles dispersos y usados como cierre de separación de fincas que constituyen un hábitat importante al alternar el arbolado con la campiña atlántica, lo que enriquece notablemente el paisaje y favorece a multitud de especies de fauna.

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