El reciente episodio de fuegos debe aprovecharse para cambiar el modelo y atajar los incendios en Cantabria de una vez por todas
Liérganes, 18 de enero de 2016
El sábado, 16 de enero de 2016, cerca de cien personas asistieron a la charla-coloquio sobre los incendios forestales ofrecida por la investigadora Virginia Carracedo en el Fluviarium de Liérganes, en el marco del Proyecto LIFE Miera. Durante casi tres horas, Virginia Carracedo explicó a los asistentes la evolución de los incendios en Cantabria entre los años 1991 y 2010, periodo de estudio reflejado en su reciente Tesis Doctoral “Incendios forestales y gestión del fuego en Cantabria”.
Así se reflejó que Cantabria es una de las regiones de Europa en las que más se quema, junto con otras regiones del noroeste de España: Asturias, Galicia y las provincias de Zamora y León. Estas regiones presentan un riesgo de incendio extremo, categoría que se alcanza cuando el riesgo de incendio supera el 4%. Concretamente, en Cantabria las zonas que más se queman son tres: la Montaña Oriental, los Valles de Cabuérniga y Alto Nansa, y el Sur de Cantabria. Las dos primeras zonas son objeto de incendios de invierno, mientras que los fuegos se concentran en el periodo de verano para el Sur de Cantabria. Los incendios sufridos el pasado mes de diciembre se corresponden con los incendios invernales, en los que de nuevo las áreas más afectadas han sido las comarcas de Cabuérniga (2.500 hectáreas), Soba (1.500 ha) y Nansa (1.400 ha). Se trata de zonas rurales, con una baja densidad de población, situados en espacios naturales protegidos, en la mayor parte de los casos.
El estudio de los fuegos y sus causas lleva a Virginia Carracedo a afirmar que el 77% de los fuegos son intencionados, y que están motivados principalmente, el 72%, por la quema de matorral para la generación de pasto para la ganadería. Mientras que un 13% de los incendios se deben a negligencias motivadas igualmente por el interés de regenerar pastos, es decir quemas controladas que se escapan y provocan un incendio.
Por otro lado, la investigadora hacía hincapié en la dificultad para apagar los incendios debido a que se producen en zonas inaccesibles por tierra, con condiciones meteorológicas adversas que impiden volar a los medios aéreos pro los fuertes vientos y, cada vez más, provocados en las últimas horas del día lo que favorece que se extiendan durante la noche.
2015 será el año con mayor superficie quemada en Cantabria desde que se recopilan estos datos
Los años 1989 y de 2012 fueron, por este orden, los que más superficie quemada dejaron en Cantabria, sin embargo el episodio vivido el pasado mes de diciembre con cerca de 10.000 hectáreas calcinadas llevará a 2015 al primer puesto de la clasificación, sin embargo esto no se confirmará hasta que se publiquen los datos definitivos de arbolado y matorral muerto, lo que requerirá todavía unos meses de estudio.
Los especialmente graves incendios de 2015 se sitúan dentro de una tendencia al alza de la superficie quemada visible desde 2009. Entre las causas, que Virginia Carracedo apuntaba, pueden estar los cambios en la Política Agraria Comunitaria (PAC) y los afectados por la Ley de Montes.
Interesante coloquio en el que participaron las autoridades de montes y medio natural del Gobierno de Cantabria
Tras la ponencia de Virginia Carracedo, tuvo lugar un intenso debate en el que la población local, técnicos, profesionales, investigadores y agentes del medio natural pusieron de manifiesto sus opiniones y sus propuestas de solución, en el que también participaron el Director General del Medio Natural, Antonio Lucio, y el Jefe del Servicio de Montes, Javier Espinosa.
En opinión de Antonio Lucio el modelo actual de prevención y extinción de incendios no funciona y este episodio del mes diciembre debe aprovecharse para poner en marcha un plan de larga duración basado en la prevención, la sensibilización y la extinción, dotado del personal necesario que actualmente se encuentra muy mermado debido a la falta de reemplazo de los técnicos, agentes y cuadrillas que se jubilan. Sin embargo este nuevo plan debe basarse en la concertación y no en la confrontación.
Otras opiniones del público apuntaban a que la población desconoce los problemas para el ecosistema y para la calidad y conservación del suelo que producen los fuegos, y que son responsables del empobrecimiento y de la pérdida de suelos, debido a la fuerte pendiente de los terrenos en los que se producen. Además, se hizo hincapié en cómo la PAC fomenta los fuegos para la creación de pasto, al subvencionar la vegetación menor de 40 centímetros excluyendo así las áreas matorralizadas. Por otro lado se señalaba que estas ayudas aportaban beneficios privados en terrenos públicos, sin ofrecer ningún beneficio a los tenedores de los terrenos, principalmente juntas vecinales, que les permitan mejorar el estado de sus montes y responsabilizarse de su gestión. Se señaló también que el 25% de la renta agraria procede de subvenciones.
Por otro lado se proponía la puesta en valor del monte y de sus diferentes usos, ya que en las últimas décadas la población rural ha disminuido y abandonado ciertos usos forestales, lo que está provocando cambios en el mosaico paisajístico en estos montes. La puesta en valor de los recursos forestales ofrecería a la población rural otras alternativas de desarrollo rural que frenaran la despoblación y disminuyeran los incendios forestales, ya que los montes se verían como terrenos valiosos.
Por último es necesario hacer autocrítica y poner sobre la mesa qué es lo que no se está haciendo correctamente para poder mejorarlo, qué leyes no se están cumpliendo correctamente y porqué existe permisividad con el fuego por parte de la Administración y de la propia población, permisividad que se refleja en el lenguaje utilizado para hablar de los fuegos: “técnica de manejo”, “episodio”, etc.