Posible instalación de industrias eólicas en el borde de espacios protegidos

La Fundación Naturaleza y Hombre, fundación conservacionista cuyo principal campo de trabajo se encuentra en Cantabria, y la Mancomunidad Cotos del Asón, que representan una superficie de casi 75.000 hectáreas y varios miles de afiliados,  alertan  sobre la instalación de grandes antenas que miden la velocidad y frecuencia de los vientos ante la posibilidad de que este hecho suponga la construcción de industrias eólicas en la zona del Alto del Caracol, un espacio con un paisaje con grandes valores culturales, en el límite entre los municipios de San Roque de Riomiera y Selaya, y a caballo de las cuencas fluviales del Alto Miera y el Alto Pisueña. Esta zona se encuentra en el borde del LIC (Montaña Oriental de Cantabria), espacio natural protegido perteneciente a la Red Natura 2000, en pleno corazón del paisaje pasiego y que va a ser candidato a Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por sus grandes valores eco-culturales.

FNYH y la Mancomunidad de Cotos del Asón consideran que ante este tipo de acciones se deben tener en cuenta a las asociaciones conservacionistas de la región y que estas deben ser informadas y escuchadas sobre el contenido del Plan Eólico de Cantabria, de próxima aprobación.

Aunque tanto la Fundación Naturaleza y Hombre como la Mancomunidad de Cotos del Asón, son perfectamente conscientes de que estas industrias no emiten gases de efecto invernadero, afirman que no están exentas de provocar otros tipos de impactos, que no siempre se valoran adecuadamente. Desde la Fundación consideran que “la lucha contra el cambio climático no debe ser utilizada para provocar otros impactos”.

Entre las consecuencias que puede provocar la instalación de una industria de estas características, cabe destacar la afección sobre la fauna, en particular sobre las aves, y en especial a las planeadoras, como el buitre leonado o el alimoche, especies de las que existen poblaciones muy importantes en el inmediato LIC Montaña Oriental.

Pero no sólo afectaría a la fauna, sino que también repercutiría negativamente en el paisaje, debido a la construcción de caminos y carreteras de grandes dimensiones aptas para la circulación de transporte pesado para el traslado de las enormes palas de los aerogeneradores. Además, sería necesaria la construcción de  instalaciones complementarias, como edificaciones, tendidos eléctricos kilométricos o subestaciones eléctricas.

Debe señalarse además, la destrucción de hábitats de gran calidad como Turberas altas degradadas que todavía pueden regenerarse de manera natural, Brezales húmedos atlánticos de zonas templadas con Erica tetralix.

Por último, cabe mencionar que la economía local también sufriría las consecuencias, afectaría al turismo rural y no ayudaría al asentamiento de población ya que sólo generarían puestos de trabajo durante su construcción, después, debido a su funcionamiento muy automatizado, sólo darían empleo a una o dos personas.