FNYH con el surgimiento de un Cuerpo Europeo de Solidaridad
“Siempre he estado enamorada de este país, por eso he elegido el Servicio de Voluntariado europeo (SVE), más conocido como Erasmus+, para estar en estrecho contacto con la naturaleza y adentrarme en un área protegida española y aprender de sus investigaciones y actividades”. Así manifiesta Erika, una joven italiana recientemente graduada en ingeniería forestal que tras su solicitud de participar en el programa Erasmus+, que al cumplir los requisitos se ha incorporado a la Reserva Biológica de Campanarios de Azaba creada por Fundación Naturaleza y Hombre en Salamanca.
Está conociendo técnicas de monitoreo, buenas prácticas y gestión del medioambiente con lo que en el futuro podría cumplir su sueño profesional de trabajar en el ámbito de la protección de la naturaleza.
Como Erika otros 5 jóvenes europeos se han incorporado a FNYH como voluntarios, comprometiéndose a colaborar en las actividades de una organización en el extranjero de forma no remunerada como establece el programa del SVE.
Un programa que busca la cohesión y el fomento de la solidaridad en la sociedad europea motivando el surgimiento de un Cuerpo Europeo de Solidaridad, una comunidad de jóvenes comprometidos en diversas actividades solidarias mediante servicios de voluntariado.
El empeño y la atención que FNYH pone en la educación juvenil, incidiendo en la sensibilización y colaboración con otras entidades, no son nuevos. Cooperar mostrando sus actividades y tareas desarrolladas por la conservación, dando a conocer los diferentes proyectos LIFE que actualmente desarrolla en Cantabria y Castilla y León es lo que ha hecho que acoja a seis jóvenes procedentes de Italia, Francia y Croacia.
Repartidos entre las diferentes áreas de actuación se han incorporado a las múltiples actividades de conservación y restauración de ecosistemas en que actualmente está trabajando FNYH.
Su compromiso de permanecer entre dos semanas y un máximo de un año hace que la estancia de estos jóvenes, comprendidos entre los 18 y 30 años, no tenga ningún coste para ellos y sin embargo todo el apoyo necesario para su alojamiento, manutención y transporte, así como la adecuada cobertura de salud a través de un seguro médico.
El apoyo se prolonga en tareas lingüísticas y facilitadoras de su integración social en el ámbito local, así como en el ámbito administrativo, todas ellas acciones requeridas para su correcta estancia en el país mientras dure su período de aprendizaje durante el servicio voluntario en el extranjero.
Con ellos, la biodiversidad española no solo cuenta con más esfuerzos por su conservación sino con el nacimiento de una nueva generación de europeos abiertos a la cultura y los idiomas diferentes al suyo. También contribuye en lograr que inicien sus propios proyectos de conservación de naturaleza y con ello adquieran una formación que les facilite obtener un puesto de empleo. Al asumir este reto contribuyen en su propio crecimiento personal, en el fomento de su independencia, en ampliar sus conocimientos pero sobre todo, en contribuir a que nuestro continente mejore sus relaciones con la naturaleza.
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