Los incendios provocados ponen en peligro la biodiversidad de la Montaña Pasiega y Oriental

Estos incendios no suelen ser apagados

Es necesaria una gestión sostenible de los pastos para evitar las quemas, que  empobrecen el suelo y favorecen la erosión del terreno

Los fuegos provocados en múltiples puntos de la montaña pasiega y oriental de Cantabria ponen en grave peligro la biodiversidad de este espacio natural protegido por la red ecológica Natura 2000, además de ocasionar el empobrecimiento de los suelos y la erosión del terreno. Las zonas afectadas se concentran en los municipios de San Roque de Riomiera, Vega de Pas, Miera y Soba.

Los incendios se están produciendo de forma discontinua durante el mes de marzo, coincidiendo con los días de viento sur. Los pirómanos aprovechan esta condición meteorológica, ya que este tipo de viento sopla de forma constante y seca la hierba y el matorral. La FNYH señala que estos fuegos continuarán propagándose mientras no cambie el viento o no encuentren un obstáculo que se lo impida, como por ejemplo un río, una carretera o un cortafuegos.

La quema  es el resultado de una práctica ganadera tradicional, en la que se ha venido utilizando para la apertura de pastos para su aprovechamiento por parte de la cabaña ganadera. Sin embargo, no se puede hablar de técnica de manejo, ya que las quemas se hacen de forma descontrolada y aprovechando los momentos menos favorables, es decir, cuando sopla el viento sur.

Una vez quemada la superficie de matorral bajo se produce un brote de hierba tierna, que se aprovecha como pasto en primavera y verano, a pesar de que la legislación europea y española prohíben el pastoreo en terrenos que han sido objeto de incendio.

Consecuencias medioambientales de las quemas

Tras un incendio se produce una liberación repentina de nutrientes al suelo, ya que la materia orgánica se transforma rápidamente en materia inerte debido a la oxidación que produce el fuego. Estos nutrientes son los responsables del crecimiento de los brotes tiernos que buscan las personas que provocan un fuego. Sin embargo, estos nutrientes no se fijan en el suelo, sino que son arrastrados por las escorrentías de la lluvia hasta los cauces fluviales, produciendo el empobrecimiento de estos suelos de montaña. Por el contrario, la descomposición natural de la vegetación en un lugar no incendiado, por ejemplo manejado a través del desbroce, es lenta lo que permite la incorporación de los nutrientes al suelo de forma duradera.

Además de los efectos sobre la calidad de la composición del suelo, la eliminación de la cubierta vegetal mediante el fuego incrementa el riesgo de erosión del terreno, en un entorno de montaña con pendientes ya de por sí elevadas. Por otro lado, la eliminación de la vegetación provoca la pérdida de biodiversidad del espacio quemado, afectando de forma directa a plantas y animales durante el incendio, y no permitiendo la instalación de especies tras el fuego, por la eliminación de los refugios y fuentes de alimento. El fuego hace volver al hábitat a la “casilla uno” en lo que se refiere a evolución de su complejidad.

Por ello no se comprende porque los servicios de extinción prácticamente no actúan en el Lugar de Interés Comunitario.

La legislación impide el pastoreo en terrenos que han sufrido incendios

Las pérdidas de suelo producidas por los incendios tienen un mayor peso en la balanza de efectos positivos y negativos que los pequeños brotes poco duraderos, ya que es la árgoma (Ulex europaeus) la especie que más beneficiada sale del fuego, por ser una especie pirófila, amante del fuego, y heliófila, es decir que necesita el sol o la ausencia de sombra para su desarrollo.

Además, los fuegos tienen una afección clara en la gestión ganadera, ya que la legislación impide el pastoreo en terrenos que han sufrido incendios, por lo que los ganaderos no pueden llevar a sus reses a pacer en monte público, aquel que habitualmente es incendiado, si bien esto no se hace cumplir.

El manejo del fuego con fines de gestión de pastos tiene un arraigo secular en la Montaña Oriental, por lo que para disminuir este fenómeno debe trabajarse de forma decidida en una gestión sostenible de los pastos. Dicha gestión debería ser acordada entre los principales agentes implicados, como los ganaderos y la Administración, de modo que se definan áreas de desbroce y quemas controladas, así como zonas de regeneración forestal, que eviten que se recurra insistentemente a los incendios provocados. Todo ello acompañado por medidas de sensibilización y educación para una mejor gestión ambiental, que tenga en cuenta el valor de los recursos naturales que alberga. Este tipo de medidas han funcionado con éxito en territorios vecinos, como la provincia de Burgos, con el Plan 42.

No solo se quema sierra: un importante espacio natural

El LIC (Lugar de Interés Comunitario) Montaña Oriental posee un doble nivel de protección, mediante su integración en la red ecológica europea Natura 2000 y por su carácter de espacio natural protegido, en virtud de la vigente Ley 4/2006 de Conservación de la Naturaleza de Cantabria.

Además de sus valores paisajísticos, y gracias a la presencia de numerosos hábitats de interés comunitario, el LIC Montaña Oriental tiene una elevada biodiversidad, con la presencia de mamíferos como corzo, rebeco o liebre europea. A su vez, en sus cortados calizos nidifican especies de rapaces como el alimoche, el buitre leonado, el águila real, el halcón peregrino y el búho real.