Carlos Sánchez
presidente de Fundación Naturaleza y Hombre
RELATO INSTITUCIONAL
En los años 90, La Marisma de Alday se estaba rellenando por ser una zona de expansión urbana e industrial, estaba siendo ocupada por urbanizaciones, centros comerciales, vías de comunicación, áreas dotacionales… Ante esta preocupante situación de deterioro medioambiental en nuestro entorno más cercano, un grupo de personas de facetas profesionales diversas (educación, justicia, medio ambiente) se unen con el propósito de detener las consecuencias de este hecho sobre la biodiversidad, calidad de vida y salud de todas las personas, y finalmente constituyen la Fundación Naturaleza y Hombre.
A partir de este momento, se genera una alianza entre la Fundación y el Ayuntamiento de Camargo, reflejada en un convenio y una concesión con la Demarcación de Costas, iniciándose un nuevo cambio.
Gracias a múltiples actuaciones, hoy este humedal se ha convertido en un oasis en medio del asfalto; un área para la vida de muchas especies que han retornado a este espacio atraídas nuevamente por alimento o zonas de descanso en sus procesos migratorios. En la actualidad, la Marisma de Alday forma parte de una red de reservas de humedales que integran “El anillo verde de la Bahía de Santander”.
El propósito de FNYH es conservar la biodiversidad y buscar la coexistencia entre el ser humano y la naturaleza. El impacto positivo que ello genera en la naturaleza y en la ciudadanía, ha despertado interés en otros lugares en donde la Fundación colabora en la creación de redes de humedales en zonas periurbanas en las que convivir con la naturaleza.
Así fueron los primeros pasos de un largo camino, de ya más de veinticinco años, en los que otros problemas ambientales, como la deforestación o la sobreexplotación del territorio, han llevado a la Fundación a ampliar sus áreas de trabajoa zonas de Montaña, Dehesa… y en distintos lugares, dentro y fuera de España.
El origen de la labor en áreas de montaña se sitúa en la Montaña Pasiega y Oriental de Cantabria, motivados por la deforestación ligada a la masiva construcción naval y de cañones que comienza en la España finales del siglo XVI.Esta actividad supuso la destrucción de más de 10 millones de árboles, afectando exponencialmente a la pérdida de biodiversidad y al agua de sus ríos, que se ven cegados por el arrastre de sedimentos alterando el régimen de su caudal.
Gracias a la plantación de más de 250.000 árboles se está recuperando la conectividad de los bosques, formando corredores de vida. Se han restaurado turberas, se ha reintroducido el rebeco, y se ha conseguidoque los salmones retornen al río Miera después de 200 años de ausencia. Esta labor de la FNYH se ha extendido a zonas de montaña de Castilla-León, País Vasco y otros puntos de la Cordillera Cantábrica.
Por otro lado, la sobreexplotación del territorio y los problemas que ello conlleva, acrecentados por los efectos del cambio climático, como son la erosión y perdida del suelo, las enfermedades del arbolado y la falta de biodiversidad, condujeron a la FNYH a iniciar un proyecto piloto a partir de una finca ganadera que en la actualidad es la Reserva Biológica Campanarios de Azaba, con más de 600ha., ubicada entre Salamanca y Portugal. Se ha convertido en la primera reserva entomológica de España, en la que entre otros logros, se ha descubierto una nueva especie de insecto para la ciencia y para el mundo.
Con el propósito de conseguir el equilibrio entre la biodiversidad y las actividades productivas del ser humano, la FNYH ha creado un Club de Fincas para la Conservación del Oeste Ibérico formada por distintos propietarios privados, que, con la ayuda y asesoramiento de la Fundación, aplican en sus fincas (más de 13.000 ha) prácticas de conservación del hábitat probadas con éxito en la Reserva.
El impacto de estas actuaciones ha convertido a esta zona en un arca de Noe de la fauna mediterránea, un reencuentro con la dehesa en su estado original, buscando el equilibrio perfecto entre la naturaleza y el hombre; una experiencia que demuestra que el equilibrio es posible.
En todas las actuaciones de FNYH, se integran vigilantes que custodian la naturaleza e intervienen en campañas de vigilancia contra el fuego;se desarrollan actividades de educación ambiental y voluntariado, promoviendo el conocimiento como base del respeto a la naturaleza;se promueve la implicación de la población local en la ejecución de las actividades,resaltando la importancia de evitar el despoblamiento rural y fomentar el empleo en las comarcas donde se trabaja, poniendo en valor las áreas en las que se desarrolla la vida y actividad de la Fundación;. y se buscan alianzas con todos los sectores que participan en el territorio (administraciones públicas, entidades privadas, cotos de caza, ganaderos, particulares…) porque todos somos parte de la naturaleza y podemos vivir en armonía con ella.
Pero aún queda mucho por hacer, en grandes líneas generales y con variaciones, dependiendo de las áreas de trabajo, nos encontramos con deforestación, erosión del suelo, pérdida de biodiversidad, despoblamiento rural, contaminación, cambio cimático, especies amenazadas de extinción….
En respuesta a estos desafíos, desde la FNYH consideramos esencial plantar un millón de árboles,ampliar la extensión de las reservas emblemáticas,crear una red de reservas privadas en toda la Península Ibérica, ayudar a la conservación y recuperación de especies emblemáticas como el buitre negro, lince, cigüeña negra…y también los insectos, mediante la creación de reservas entomológicas. Además, se considera urgente aumentar la población de galápago europeo,seguir recuperando humedales, luchando contra plantas invasoras.
En definitiva, la FNYH mantiene firme su propósito de seguir ayudando a la conservación de espacios naturales de valor internacional. Y para ello, consideramos fundamental la implicación de la ciudadanía en contribuir a solucionar uno de los más determinantes y urgentes problemas a los que se enfrenta la humanidad, que no es otro que el deterioro generalizado de la naturaleza, nuestro hábitat, nuestro hogar.
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