En el Oeste Ibérico, entre España y Portugal, podemos encontrar grandes encinas, alcornoques y robles formando extensísimas arboladas en simbiosis con el ser humano, la dehesa. La Dehesa es un paisaje construido por el hombre y un ecosistema único en el mundo. Hace mucho tiempo, los hombres empezaron a defender sus territorios del ganado trashumante y de ahí nace la palabra, del latín “defesa”. En su origen, el Monte mediterráneo denso se fue aclarando y quedando con árboles más dispersos dando paso a lo que ahora llamamos dehesa.

El ser humano fue creando este ecosistema gracias al aprovechamiento que fueron haciendo de los recursos naturales de una manera sostenible. De esta manera lo fueron transformando para que su ganado pudiera pastar, para sembrar sus cultivos de cereal y para los distintos usos que pueden obtener de los árboles, como por ejemplo el corcho de los alcornoques y la leña de las encinas y robles. De hecho, en este espacio sale uno de los manjares más suculentos de España, el jamón de cerdo ibérico, de los animales que pastan en estos campos y se alimentan de las semillas de las estas quercíneas (encinas, robles y alcornoques), las bellotas.

Pero estos grandes y ancestrales árboles no sólo comparten espacio y abastecen al ser humano y a sus animales domésticos, también dan cobijo y alimento a una gran diversidad de especies únicas en el mundo. En sus grandes y fuertes copas hacen sus nidos los buitres negros, una especie protegida a nivel europeo. Estas grandes aves son carroñeras, llamadas los “limpiadores del monte”, ya que se alimentan de los animales muertos por lo que impiden que alguna enfermedad que éstos puedan tener se expanda. En primavera y verano viene una de las aves más bonitas y esquivas del oeste ibérico, la elegante cigüeña negra, una especie también protegida. Al contrario que su pariente, la cigüeña blanca, la cigüeña negra elige lugares recónditos, alejados del ser humano, en roquedos o grandes árboles, para hacer sus nidos. También viejos y sabios búhos reales, águilas reales y la escasa águila imperial se les puede ver sobrevolando estos campos en busca de alimento.

La dehesa es un ecosistema en peligro, por eso muchas de estas especies que viven en él corren el riesgo de desaparecer. Diferentes problemas asolan a este espacio como el abandono del campo o la seca de los árboles. Por otro lado, se está generando una sobreexplotación de los recursos como la que se deriva de la ganadería intensiva. Cuando hay más animales de lo que el espacio soporta esto provoca erosión y pérdida de suelo y empobrecimiento de la diversidad biológica y favorece a su vez que surjan enfermedades y procesos de decaimiento de los árboles.

La falta de regeneración del arbolado y el envejecimiento de las masas y su debilitamiento por las enfermedades es otro de los grandes problemas que tiene la dehesa, agravado por el cambio climático que provoca un aumento de la aridez con sequias más extremas y heladas tardías.

El Oeste Ibérico es el área transfronteriza con España y Portugal, comprendiendo las provincias españolas de Salamanca, Zamora y Cáceres. Comprende un conjunto de espacios naturales fronterizos que suman unas 2,5 millones de hectáreas.
Se trata de un gran ecosistema compuesto por Sierras, Cañones Fluviales, estepas cerealistas, Ríos y vastas extensiones de dehesas y monte mediterráneo.

La Fundación Naturaleza y Hombre desarrolla un programa de conservación de todo el conjunto, habiendo creado diferentes reservas biológicas y acuerdos de custodia del territorio. Pero quizá el espacio más emblemático sea la Reserva Biológica Campanarios de Azaba, en el valle de Azaba, Salamanca, aunque parte de su superficie se adentra en el país vecino, Portugal.

Por suerte, en Campanarios de Azaba, una reserva de más de 600 ha que adquirió la Fundación, es un santuario para la vida silvestre. Aquí, partiendo de un medio sobrexplotado hemos conseguido que en 10 años haya resurgido la vida en toda su dimensión.

Los galápagos europeos han pasado de 100 a 200 ejemplares, las charcas y lagunas ahora tienen las aguas transparentes y en ellas viven más de 25 especies de libélulas y odonatos, así como una rica comunidad de anfibios. La flora de los bosques, de los pastos y de las lagunas ha aumentado. Los suelos no son arados y ahora los reptiles y los escarabajos son abundantes y estos últimos pueden cumplir su importante función de enriquecer los suelos.

El ciervo ibérico y el corzo ibérico han retornado a este espacio gracias a nuestra labor y reintroducción.

El caballo salvaje de las Retuertas originario de Doñana tiene ahora aquí su segundo núcleo como raza, con más de 30 ejemplares. Al igual que la Vaca Sayaguesa, ambos en peligro de extinción, dispone aquí de 50 ejemplares.

Todo un Arca de Noé para la Fauna mediterránea Ibérica que se ha conseguido creando charcas para que las tortugas europeas puedan reproducirse sin dificultad y sin depredadores a su alrededor. Estas charcas están acotadas para que el ganado no tenga acceso, y se han colocado abrevaderos y otras charcas específicas para ellos. En estas charcas, se alimenta también la cigüeña negra de anfibios y peces. Se han colocado nidos en las copas de los recios árboles para que las cigüeñas negras y los buitres negros encuentren un sitio donde poder reproducirse de manera tranquila, ya que uno de los problemas de estas especies, aparte de la destrucción de su hábitat, son las molestias del ser humano en la época de reproducción.

Se creó un muladar donde las especies carroñeras encuentran alimento sin dificultad como el buitre negro y el alimoche o el milano real.

El conejo es una de las especies claves en esta área ya que muchos otros animales se alimentan de él. La Fundación Naturaleza y Hombre hace un esfuerzo enorme por conseguir que las poblaciones de esta especie se mantengan llevando a cabo reintroducciones periódicas. Gracias a ello, búhos, águilas y otras rapaces se ven ahora más a menudo por estas zonas.

Gracias a las reintroducciones podemos tener un ecosistema completo, con todas las especies de herbívoros de la dehesa y del Monte Mediterráneo.

Desde el principio, la Fundación Naturaleza y Hombre, tuvo en cuenta a uno de los grupos de animales imprescindibles para el desarrollo de cualquier ecosistema, los insectos. Los esfuerzos vieron su recompensa con el nombramiento de la primera Reserva Entomológica de España. A través de este espacio, se realizan labores de conservación concretas para diferentes grupos de insectos, como las libélulas, estudios científicos y labores de difusión y educación ambiental. De hecho, en estos últimos años se ha descubierto una especie nueva para el mundo, el polinizador Eumerusazabense.

Hemos creado un “Club para la Conservación del Oeste Ibérico”, llegamos a acuerdos de Custodia del Territorio, con propietarios de fincas para adoptar medidas concretas destinadas a conservar la biodiversidad en ellas, sumando más de 13.000 ha para mejorar el hábitat e incorporando algunas de las acciones desarrolladas y ensayadas en Campanarios.

En fin, hemos conseguido recuperar una dehesa en su estado original, un equilibrio perfecto entre la naturaleza y el hombre, el nombre que define nuestro propósito.